A la hora de escoger tu piscina, son muchos los aspectos que debes tener en cuenta. En este artículo queremos orientarte sobre qué puntos deberías valorar más y cuáles son las principales tendencias al respecto…
Antes de decidir qué piscina voy a tener en casa, resulta importante valorar diferentes aspectos, y así no equivocarnos con nuestra decisión.
Como antes comentábamos, en este artículo queremos dar una idea de qué cosas debes tener en cuenta, sí o sí, a la hora de escoger tu piscina. Y al mismo tiempo, también queremos que conozcas las últimas tendencias en cada uno de esos apartados.
UBICACIÓN
Este es un aspecto fundamental ya que el equivocarnos a la hora de elegir dónde situar la piscina puede convertirse en una incomodidad permanente.
Por lo general, se suele recomendar ubicar la piscina en aquel lugar dónde el sol tenga mayor presencia, sobre todo en la horas centrales del día, que es cuando el sol más aprieta. Esto se convierte en algo sumamente relevante sobre todo, para personas friolentas, las cuales necesitan una temperatura alta para decidir bañarse. Cuanto más tiempo esté la piscina al sol, más fácil será aumentar, o al menos mantener, la temperatura del agua.
Otro aspecto importante para determinar la ubicación de la piscina es conocer la climatología habitual de la zona; más fría o menos, más viento o poco. Igualmente, el entorno; si se trata de un entorno limpio, sin arena, sin polvo, sin hojas de árboles, etc.
También deberemos tener en cuenta, si la casa va a estar muy cerca o no de la piscina, si vamos a tener plantas o árboles cerca, y cosas así, ya que pueden afectar directamente a unas mayores necesidades de limpieza y mantenimiento, por ejemplo.
La ubicación también es importante a la hora de facilitar los accesos a la piscina, a la hora de su instalación. También en relación a su equipo de filtración, el cual siempre es recomendable ubicar lo más cercano posible de la piscina, etc.
FORMA Y TIPO DE PISCINA
Como siempre se ha dicho, en gustos no hay nada escrito. Todo dependerá de qué es lo que nos gusta más, cuales son nuestras necesidades, o la importancia que le demos a aspectos como los materiales utilizados, la facilidad de limpieza de la piscina, etc. Lo que esta claro es que por lo general, cuanto más regular es la piscina, más competitivo suele ser su precio, más sencilla es su construcción y demás.
Actualmente, se ha convertido en gran tendencia el diseño de piscinas de líneas rectas, predominando el rectángulo, incluso en su versión «calle de natación», con una gran longitud, pero una anchura bastante ajustada. En cuanto al tipo de piscina, las piscinas de hormigón, plástico reforzado en fibra de vidrio, las piscinas de poliéster o las piscinas con estructuras rígidas en acero o diferentes resinas, siguen siendo las más demandadas.
Y la demanda de piscinas desbordantes tipo infinito sigue y sigue creciendo. A quién no le gusta, ¿verdad? A nosotros nos encantan, pero ahora ha surgido una nueva competencia a este tipo de piscina; las piscinas efecto espejo, en las que el agua de la piscina queda a ras del suelo exterior y desborda por sus bordes de un modo casi imperceptible, logrando un efecto casi hipnótico.
TAMAÑO Y PROFUNDIDAD
Aquí resulta fundamental el tener claro para qué y para quién es la piscina. Claramente, a mayor tamaño y mayor profundidad, más cara es la construcción de la piscina y más gastos asociados a su funcionamiento y mantenimiento tendrá.
Desde nuestro punto de vista, para un uso «normal» de familia, amigos y de más, eso sí dependiendo de las edades, recomendamos una profundidad justa, no demasiada, y lo más regular posible. Está comprobado que pasamos más tiempo en la piscina si estamos cómodos, y si llegamos a apoyar nuestros pies en el suelo con facilidad, estaremos más tiempo ahí. Es un hecho, que los espacios más profundos de una piscina son habitualmente los menos utilizados.
Una buena profundidad uniforme en una piscina estándar podría ser por ejemplo 1,40 o 1,50 metros, no siendo muy poco profunda, por lo que con el paso de los años, resultará más práctica que esas piscinas en las que tenemos una profundidad mínima muy baja (para niños, pequeños o para personas con problemas de accesibilidad o movilidad).
Son profundidades que nos permitirán tirarnos de cabeza sin problemas (con un poco de cuidado) y donde podremos nadar, si así lo queremos, sin miedo a tocar el suelo con las manos.
En cualquier caso, una cosa es la practicidad, y otra, los gustos y necesidades de cada uno. ¡Escoge tu Piscinalista aquí!